domingo, 29 de julio de 2007

Quiere oír la voz de Ceuta

Por Tato Ferrer

La caseta de turrones instalada en la calle equivocada fue uno de los primeros anticipos del ambiente de feria 2007. Vaya por el principio del comienzo mis deseos de disfrute para estas fiestas patronales.

En Ceuta el “turrón” no falta durante todo el año. Los que se comen el “turrón”, afortunadamente para ellos, son más que los que se tragan el “marrón”.

Los que se tragan el “marrón” son reubicados, reinstalados, readaptados, reciclados, por así decirlo, en otros puestos aparentemente alejados del “árbol”, pero no por ello menos próximos a la caja fuerte comunicada por vasos comunicantes.

Es un color “marrón” tirando a estómagos llenos para que el descontento sea cosa de otros. Casi nadie es despedido; será por aquello de que las lágrimas son tristes. Hasta los cocodrilos “lloran” cuando se comen a sus víctimas.

Se trata, pues, de una tristeza alegre de monedero de piel de cocodrilo.

domingo, 22 de julio de 2007

Mi hermano anuncia mi desgracia

Por Tato Ferrer


Ahora también queda archivada en formato digital. Antes la palabra escrita, impresa en un periódico, quedaba guardada en esa especie de baúl de los recuerdos de Karina, con polvo incluido, de nombre hemeroteca.

Si alguien al acudir a ella es capaz de “pillarme in fraganti”, de “cogerme en renuncio”, habiendo utilizado el “barco de papel” para airear interesadamente los asuntos familiares, que cite día, mes, año, y página. O que guarde silencio para siempre.

Sin embargo, desde que tengo esta oportunidad de expresión en “El Pueblo”, me siento moralmente obligado a hablar de mi familia a la que conduje a la ruina con mi estilo sincero de periodismo de entrega y servicio a la comunidad ceutí.

Ya no espero de nadie que ni me comprenda ni me entienda. Mi actual “personalismo” es mi única forma de contar públicamente el manifiesto daño que me hicieron y, de paso, a los míos.

Que así conste en mis artículos personales (por no tener no cuento ni con negros que me ayuden en su redacción o me los escriban) con los que me desahogo buscando un perdón familiar que tal vez no merezca.

El sentimiento de culpa me hunde interiormente junto a mi “barco” y me hace maldecir tanta hipocresía como anda suelta por esta comunidad de bolsillo descosido.

BUENA GENTE


A sus 56 años de edad fallecía mi hermana Mari Luz. Poca gente más buena. El abuso del tabaco no fue la única causa de su desaparición.