domingo, 20 de mayo de 2007

La moda del 600 renace en Ceuta

Por Tato Ferrer

En la Place de Fontenoy, número 7, se encuentra situado un edificio en forma de y. En su interior hay un precioso jardín japonés en el que sus funcionarios reposan tras el almuerzo del mediodía. Eran mis años 20 y tuve la gran suerte de pasar varios veranos en la capital francesa. Recibía clases en la Universidad de la Sorbona, pero mi lugar habitual de las comidas era la UNESCO. 

El
hermano de un cuñado fallecido, Luís Martínez Caballero, era en aquel entonces un alto funcionario de dicho organismo internacional, uno de los responsables de las relaciones con los países sudamericanos, y era lógico que me sirviera de él como apoyo logístico-familiar.

No sólo llegué a conocer bastante bien París y sus alrededores de su mano sino que, también, me ayudó de forma inestimable en la introducción en los hábitos y costumbres de la sociedad francesa. Lo hizo así todos los años que estuve yendo con el propósito de que me relacionara el máximo posible con personas que no hablaran para nada español. Siempre le estaré agradecido.