viernes, 30 de marzo de 2007

A Joaquín, mi padre vivo, en mi vida

Por Tato Ferrer



Por ser lo que soy, cuento sobre los demás, con la enorme ventaja de haber sido educado en el oficio de preguntar, de hacer preguntas. De aquí, que mi condición profesional, sea un aval para ponerme a inquirir al ciudadano de a pié, a la gente de la calle, por una cuestión sobre la que estoy confuso. ¿Por dónde se comienzan a escribir los artículos de altura, los de alto nivel, los de arriba, los de superficie, en definitiva?

Corría el año 77, y a la orden de ¡largad amarras!, un grupo de jóvenes cachorros, entre ellos, el hijo del difunto, José Luís Chaves, y el hijo del entrañable, Pepe Berlanga, echaron a navegar todo un simbólico barquito de papel. Frágil en su apariencia, pero sólido en su proyecto de independencia, utilidad pública, y pluralidad política.

Un barquito de papel que yace hundido en el fondo del mar ceutí, y que, como el Titanic, espera desesperando, no ya sólo volver a la luz de la superficie, sino a alumbrar de verdad, el rumbo cierto.

Realizo entrevistas, llevo a cabo concienzudas investigaciones periodísticas, contrasto datos y fuentes de información, y, finalmente, obtengo la orientación necesaria. Según deduzco de mi trabajo, este tipo de artículos son coincidentes con los que permanecen hundidos en el fondo del mar. Es decir, en ambos casos, se inician por el principio.

Lleno de júbilo con tan brillante averiguación, me dispongo a la faena, pero otro inconveniente me sale al paso.


Resulta, que mi vieja pluma que, sin ser la bonita Mont Blanc, del fallecido, Adolfo Espí Valero, es la que me acompaña desde hace muchos años, estaba más seca que los volaores de la Almadraba. Me encamino por la calle Jáudenes a una pequeña y acogedora papelería a comprar cartuchos, pero Manolo, no tiene. En la localidad, no logro encontrar mis necesitados cartuchos de tinta, así que, en lugar de los habituales, tendré que utilizar, cargar mi gastada herramienta, con otro tipo de munición. Escribiré utilizando cartuchos de fogueo. Lo que, por otra parte, agradezco sobremanera al empresario periodístico de este medio por motivo doble.

De un lado, gratitud a José Antonio Muñoz, por la oportunidad de expresión que me ofrece. De otro, reconocimiento también por cuanto va a romper con la actual situación de que los ceutíes sepamos que no hay barcos porque no hay prensa.

En la época de Internet, en la era de la pluma digital, estoy presto a rescatar del baúl de los recuerdos de Karina, mi vieja y querida pluma. Lo diré fuerte y claro: Soy un completo analfabeto. Al igual que me ocurre con el dinero, yo no me entiendo con el euro-ruinoso, y para mí, hablar en pesetas, es como llamar a las cosas por su nombre. No logro aclararme con los ordenadores, y lo que es peor aún, me inspiran menos que el sexo de los ángeles.

Así pues, sin ruborizarme, puedo reconocer de forma pública, que me considero, un periodista primitivo.

Con estas realidades convivo desde hace tiempo. Ni me gustan los ordenadores para escribir, también para lo que escribo, ni me gustan los euros que han supuesto la ruina de muchas, demasiadas economías familiares.

Si rememorar el pasado sabiéndolo tan íntimamente nuestro, se nos antoja con la distancia, recuerdo a mi cariñosa hermana Mari Luz, a la que a los 56 años, tan joven, la mató, no tanto el tabaco, como los golpes bajos que mi familia viene recibiendo, desde hace ya demasiado tiempo.

Es esta hermana, querida y perdida, que siempre estaba gastando bromas, con ese buen humor y optimismo, con el que maquillaba lo que ella llamaba, mala racha, la que me comentaba:

-Tato, hermano,- me decía Mari Luz- con la peseta, no llegaba a final de mes, pero es que ahora, con el euro, no llego a la primera semana.

Ahora bien, no obstante, en cierta ocasión quise rehabilitarme para bien de la sociedad digital, y me fui todo decidido a la academia Mercedes, que se encontraba cerrada. En esta academia aprendí mecanografía, y ahí me quedé.

Dicen que no hay mal que para bien no venga, y viceversa, y lo cierto es que lo ocurrido con posterioridad, me hizo ver lo equivocado que estaba con mis tribulaciones sobre que nunca jamás saldría del desempleo por mi falta de adaptación al nuevo entorno laboral.

La publicación de unas fotos del Alcalde-Presidente, en unos montes de lo que podría haber sido una bonita Benzú-Smir, me llenaron la cabeza de fantasías, y de preguntas múltiples. ¿Habrá ocurrido alguna nueva aparición Mariana? ¿Se habrá hallado una mina de oro? ¿Algún yacimiento de petróleo?

Me quedé atónito cuando leí que de lo que se trataba en realidad era del descubrimiento histórico del vestigio del hombre Neartdental. Sus huellas, su paso, por esta tierra.

Se me ocurrió que tal hallazgo, podría ser explotado y que acudirían a Ceuta de todos los confines de la Tierra, a visitar tal encuentro. Estaríamos ante una monumental fuente de riquezas para la ciudad. Se generarían cantidad de puestos de trabajo, y la juventud ceutí vería más futuro en su tierra.

Y, eso sí, mi currículum vitae para guía turística, sería insuperable. Periodista primitivo, con utensilio arcaico.

Con todo, y pese a estar contento con esta suerte de explotación, de ‘boom’ turístico para la ciudad, para Ceuta, los temores seguían haciendo estragos en mis nervios rotos.

Y es que, pese a mi crédito primitivo, sabedor y conocedor por propia experiencia y carne, de la mala uva, la mala leche, de los mismos de siempre, ya me los imaginaba en la sombra de la oscuridad, moviendo los hilos invisibles, para que el autor de este escrito, siga jodido, de verdad.

Se me ocurre entonces, buscar en las guías médicas una recomendable clínica en la que me puedan transformar, mediante cirugía plástica, de hombre feo, a mono guapo. La verdad, es que no se que hacer para asegurarme un poco de pan. Ese pan que ‘esos’ consideran que de ‘nuestro’, nada de nada. De ‘ellos’, y sólo de ‘ellos’.

Hombre, claro, dejan caer algunas migajas, para que los que tenemos necesidades, nos creamos, en nuestra debilidad mental, que, encima, son gente de bien, ceutíes de pro.

Asisto a una reunión a la que también se incorpora el director de este periódico, y en un momento de la misma, dice:

-Tato- comenta Antonio Gómez-, es un histórico.

Bueno, aparte de mis evidentes señales de primitivismo, mi anhelada operación de metamorfosis Kafkiana, parece ser, que formo parte de la historia local, no escrita y desagradecida.

Porque, mi padre, Joaquín Ferrer González, que en paz descanse, franquista de aquellos que hicieron la guerra, cuando llegó la hora de la democracia, siendo suya la nave de papel, por cuarenta años, curiosamente el mismo tiempo que duró la dictadura de su líder, se retiró a un puesto y plano gerencial, y NUNCA JAMÁS, me apartó del timón de mi aventura marinera, de mi travesía.

Su total respeto hacia mi forma de ejercer y entender en qué consiste el servicio público del periodismo, fue admirable. Máxime si tenemos en cuenta que mi padre, en teoría y en la práctica, tenía otros ideales, otras ideas. Pero aceptó el cambio, y me dejó iniciar singladura por el nuevo sistema político que los españoles nos habíamos dado.

Ahora pienso que el franquismo, sobre todo en sus años más duros de represión, tenía una gran virtud. A los que opinaban de forma diferente al Régimen o al Movimiento, se les fusilaba, se les pegaba un tiro, y punto, y “gracia”.

En esta democracia de mierda, que ofrecen los ilusionistas, a los periodistas independientes y críticos se nos condena en vida, a la peor de las muertes: la depresión.

Yo estoy convertido en un primitivo periodista, hundido, fracasado, triste, y deprimido. Un zombi, por así decirlo. Eso, sí, tengo el consuelo de poder escribir, por ejemplo, de Madrid, en las Canarias, y del Archipiélago, en la capital del Reino. Todo un consuelo y alivio.

Estudiosos de la Universidad de Huelva, han descubierto que la posible causa de la desaparición del hombre Neardental, se debió a un “agotamiento genético”.

Puede que, en un futuro lejano, científicos realicen un examen sobre mis ruinas, como rara avis del pasado, y con autopsia, el ADN, la prueba del carbono, la prueba del algodón, o lo que por ese entonces se aplique como técnica, determinen: murió, se extinguió, por “agotamiento democrático”.

Agradecimientos:

A) A cuantos me han animado, desde la sinceridad, creo

B) En especial a Francisco Javier López García de Vinuesa, víctima del terrorismo, y a Paco Silva, víctima de la insolidaridad

C) A mi inseparable compañera

D) Y, a Dios, sin necesidad de demasiados intérpretes-traductores, por libre, de la armonía

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