domingo, 2 de septiembre de 2007

Una joven representante en Ceuta de un viejo problema

Por Tato Ferrer

Vuelvo a estar tranquilo. Había dejado de estarlo. Desde hace ya mucho tiempo no ando precisamente en un estado de nervios como para ponerme, en el Mercado de Abastos, a vender mis trozos de carne animal cuales filetes que, lo más probable, a la vista del género, nadie terminaría comprando.

De ahí que mis nervios asomados a flor de piel, por encima, de mi sensibilidad atrofiada a golpes de “nuevos” demócratas, se resientan con extrema facilidad.

Ahora, por la cosa más tonta, me crispo como diría un socialisto reconvertido para su mejor fortuna y desgracia de Pablo Iglesias que nunca llegó a imaginar que su idea del socialismo fuera interpretada por tantos filósofos baratos y rastreros.

Por tantos y tantos indecentes que han encontrado y encuentran en esta democracia local el lugar idóneo para medrar sin escrúpulo.

Los principios para los comienzos y finales de los tontos del pueblo.

Las ideas se han perdido. Lo que no se extravía es la brújula indicadora del rumbo fijo del sabiondo arte de vivir del cuento a costa de la política necesitada de una urgente revisión del ganado que se ha metido y se está incorporando en la manoseada profesión de la “cosa pública”.