viernes, 4 de mayo de 2007

La Gran Vía de Ceuta pasea equivocada

Por Tato Ferrer


Las musas tienen en común con los gustos de cada uno, las diferentes formas de percibir el sabor de las cosas. Una paella, mi plato preferido, me puede saber rica y, sin embargo, parecer fuera de su punto o salada a otro paladar. Dicho de otra guisa: nunca llueve a satisfacción de todos.

Mi musa particular me inspiró los otros días desde dentro de mis pensamientos con el soplo de que El Príncipe tiene una solución: derribar lo existente en la actualidad y crear una nueva y coqueta barriada bajo diseños de los cánones arquitectónicos_urbanísticos de nuestro país, de España.

La actual parcela “Manzana del Revellín” hizo durante un tiempo de mercado central de Ceuta hasta la finalización de la nueva plaza de abastos. Es decir, establecer un asentamiento poblacional temporal hasta que El Principe tome cuerpo, con obras de veinticuatro horas, dando lugar así a una barriada digna de tal título nobiliario.

Pero, como digo, cada uno tiene su musa; de ahí que tenga que descubrirme ante la genialidad con la que ciertos pensadores se han despachado supongo que a “gusto”. Será el Albaizín de Ceuta. Ni más ni menos. Con musas como esas, sintiéndolo de corazón, las mías pasan a engrosar  las filas del paro. Con todo, prefiero vender borregos en las vísperas del Ramadán.


No sólo está el tópico de pensar mal y acertarás. Debo añadir el de no escribir bien de nadie. Ya me lo advirtió ese socialista, cuando me dijo aquello de que este periodista debía de estar siempre con el “látigo” de la pluma en lugar de pasar las horas meditando con Tagore, ante tantas tropelías como las que hay que denunciar y criticar. Para ambos, era lectura obligada el poeta hindú. Yo me pasé a los “Versos Satánicos” de Salman Rushdie y él, cada uno es muy libre de cambiar sus futuros hábitos de lectura, a los cuentos. Desde el fondo, para alguien como yo que está en su espíritu hundido con su “barco de papel, le veo como a un niño grande. Predilección por Caperucita, en lugar de Rabrindanaz. El padre de la Psicología, Freud, en un rápido análisis de su subconsciente encontraría razón de ser. La capa roja de la muchachita es una reminiscencia del pasado. Un niño grande y travieso, me permito añadir. Como tal, loco por los juguetes de los demás críos a los que deja fastidiados y llorando enrabietados.

A mi la vida me trata duro y a él le sonríe angelicalmente. Siento envidia, de verdad. Una envidia de tamaño proporcional al envidiado. En mi caso, lo único que me sobran son principios. A él le sobra de todo.

Son tan bonitas las reformas del ayuntamiento, en vías de asamblea, se ha logrado un ambiente, un “climax”, una sensación de proximidad de los funcionarios cara a los administrados, que es que ahora te entran hasta ganas de saber, antes de que nadie te pregunte o embargue, si se está al día en los impuestos; o si va a venir alguna nueva carga o subida de los mismos, que lo hagan sin problemas. A mí, particularmente, con este cambio de estética, de imagen, es que me veo arrastrado por una marea que me lleva a estar por la labor de pagar lo que haga falta y lo que no, también. Lo que, además, es del todo lógico. Tenemos que tener conciencia y pensar en los avisos de retirada de los fondos europeos, como para ponernos tontos con la Caja municipal, la única que queda “nuestra”.

Las reformas, como digo, están quedando tan en vías de tren de “cercanías”, tan de especie de reclamo “venga usted para acá”, que cada vez que tengo ocasión de ir ahora a la Casa del Pueblo, lo primero que hago es preguntar por los recibos de la luz , del agua, y de los teléfonos , por si nadie ha querido abonarlos. No es generosidad; es conciencia. Principios y conciencia, a raudales. Como que me siento acomplejado. Tengo complejo de ser el pozo, la reserva espiritual, de la ciudad. Así me van las cosas.

El presidente de la Oposición, ocho mil euros al mes; el presidente en Posesión de la Moncloa, seiscientos euros menos de mensualidad. Y nuestros políticos, ¿ acaso es qué van a estar hasta perdiendo horas de sueño en sus desvelos por la ciudad de manera altruista?

Con estos sueldos no es como para cometer un lapsus con el precio del café. Es para participar en acciones con los Borrás.

Con la espada de Damócles de los fondos europeos, con los ingresos por el concepto de entrada de mercadería cada vez más raquíticos, con la subida de la vida, y de hasta los precios de los enterramientos de Curado que no es que enfermen, sino que matan de verdad; eso sí, siempre y cuando tengas seguro de “vida”; nunca peor dicho, porque de no ser así, más vale subirse a bordo de alguna de esas pateras carne de cañón del Estrecho. También señalo que lo de “vida” es cierto, tiene su razón de ser; no se trata de ningún tipo de maquillaje de expresión pues, caso de carecer del mismo, los familiares vivos que se quedan “con el muerto”, tras descansar en paz con Kino en el pago “religioso” de la venenosa factura, se encaminan cuales ánimas benditas a Santa Catalina.

Con un panorama tan desolador de gastos de nuestro ayuntamiento, pero fiel reflejo de la realidad, sin pesimismos de ningún tipo por mi parte , sin pretender ser agorero, viene ahora, después de casi veinte años investigando por cuenta de sus propios bolsillos, a presionarme y meterme en un lío del que no se cómo salir. Estoy en un serial semanal que lo único que me aporta es un consuelo: si el empresario periodístico de este medio no tiene a bien seguir contando con mi colaboración, ya no me tendré que ir a Benzú Smir como guía turístico del hombre Neardental, ni al Príncipe para que me sorprenda algún tigre domesticado. Ahora, lo tengo claro: guionista de telenovelas sudamericanas de esas que se saben cuando empiezan pero no su término; como “Las mil y una noches”, en versión sudaca.

Cuando visité a Paco Sánchez, ya casi salía de viaje para Madrid por lo que quedamos en vernos a su regreso de la capital del Reino. En ese interín comienzo a escribir sobre ciertos “reclamos” en la confianza de que el investigador volvería pronto de su viaje. Cuál no sería mi desagradable sorpresa cuando observo que mi fuente documental sobre el segundo “señuelo” no regresa. Me vi entonces obligado a meterme en un rosario de capítulos en los que estoy atrapado intentando ganar tiempo. Sin ya saber que más paja meter en el granero de las páginas, decido hacer yo también de detective intentando localizar al que me había dejado plantado. Fueron cayendo telefónicamente las pensiones madrileñas como las ramas caen en otoño hasta que dí con Paco Sánchez.

Entre lo que su familia le había contado y lo que él había leído en un cyber_internet del artículo publicado en “El Pueblo” , tenía montada una película mental sin reparar que sus guiones, son sólo sobre libros históricos. Motivo por el cual estaba en Madrid: recabar datos sobre la masonería ceutí.

Con la distancia de por medio y la” necesidad” que hace ver los sueños hechos realidad, quiso entender por el artículo que el ayuntamiento le había concedido, con carácter de máxima urgencia, una merecida subvención o beca. De ahí que su permanencia se prolongara más días de los previstos en un principio.

Con un repentino sentimiento de culpabilidad le explico, lo mejor que supe y pude, que las cosas en Ceuta, claro faltando de la ciudad unas semanas estaba algo despistado, no están para lanzar cohetes; mucho menos en el caso de nuestro ayuntamiento, que soporta ya más cargas a sus espaldas que el joven titán Atlas.

Luego dicen. La gente enseguida quiere apuntarse al bote de leche condensada, como en los tiempos de la guerra civil, en los que seguramente por deformación profesional, se cree que vivimos. No empeña la medalla, le compra el ayuntamiento cien ejemplares de su libro, está agotada la primera edición, y todavía quiere más.

Reconozco que pedí para él, pero lo hice desde el recurso del estilo literario que no materialista_económico. De ser así, Paco Sánchez, tendría comisión pendiente que de ese asunto nada dice. Eso es otra “historia” ¿no?.

El investigador histórico ceutí me expresa su decepción, como si la culpa fuera mía, y me “castiga” haciéndome un ruego: que le pida calderilla, suelto, a su familia y le mande un giro por Correos para así poder pagar la pensión madrileña y regresar en el primer autobús. Accedo sin saber hasta dónde, hasta qué punto, puede llegar la venganza del dolido en su “memoria histórica”.

Y es que uno estaba ejercitado en la colas de la aduana de El Tarajal, pero lo que ocurre en la oficina provisional de Correos de Ceuta, calle Real arriba, muy arriba, no es cosa de colas comunes: son colas de cocodrilos gigantes del Nilo. Ni en Egipto, vamos.

¿Se imaginan ustedes cómo ha vuelto Paco Sánchez a Ceuta?: haciendo dedo.

El ejercicio del periodismo, al menos como yo lo entiendo, es un juego divertido, lúdico, entre la crítica y la felicitación. El periodista debe denunciar y ante una oportuna corrección de lo expuesto, manifestar aprobación. Los botafumeiros permanentes lo único que logran a la larga es aburrir al personal; y al político de turno le hace olvidar, con demasiada frecuencia, que existe algo esencial por democrático, mucho más grande que ganar una batalla: hacerlo con un pueblo informado de la gestión, de forma veraz.

En Ceuta hasta se suprimió la transmisión de ciertos  carnavales, y hasta el “rey león” llamó en cierta ocasión a un delegado del Gobierno por si éste deseaba censurar la puesta en antena de una manifestación de policías.

La aduana de El Tarajal está funcionando mucho mejor. Parece ser que se concilian las lógicas y oportunas medidas de prevención ante las amenazas de los “chalaos”, con un paso más fluido y mejor organizado. Hasta el ambiente de policías y guardias civiles, resulta más en la línea normal de relación, por mucho que estén cumpliendo con su trabajo, que para eso les pagamos los contribuyentes. Los comerciantes ceutíes enseguida han notado una mayor afluencia de ciudadanos marroquíes, y se toman un respiro de aire fresco. La aduana marroquí, por su parte, también ha aliviado algo la presión ejercida estos días atrás. Hay que felicitar y lo hago con alegría: gratitud delegado del Gobierno en Ceuta, Jenaro García Arreciado.

Que la aduana española del Tarajal está más simpática es cierto. Al pasar por ella, un perro cariñoso me ha mirado con cara de vigilante y he hecho ademán de ofrecerle un filete de carne, por mi familiaridad con “leones” y “tigres” a todos los animales, sin distinción de especie o raza, les ofrezco lo mismo. Amablemente me lo rechazó bajo una gentil explicación de que está tan exquisitamente educado por la Guardia Civil de Ceuta, que ya no come ni carne ni huesos duros de roer porque producen , según me ladró, agresividad, colesterol, y la grasa es dañina para el estómago.

El perro cariñoso de la aduana española del Tarajal se ha hecho, lo han convertido, en un can vegetariano. Ya sólo está por la hierba.

Desde jovencito, desde muy joven, desde los catorce años, fue un leal servidor a mi querido padre, quien siempre supo valorar su gran capacidad de trabajo y su modestia a prueba de imbéciles. Con mi querido padre a él nunca le faltó de nada y lo agradece porque es gente de bien. Sin darse cuenta, me ofrece un número: el 66. El de la bestia.

Es conocido por el pueblo ceutí, fundamentalmente, por una extraordinaria leyenda urbana de “apariciones” suyas, sobre todo, en el hospital de la Cruz Roja a enfermos terminales a los que da consuelo en sus horas finales y, en otros casos, indica al paciente al que se “aparece” que medicación es la indicada para su mejoría y restablecimiento de la enfermedad. Desde hace años, muchos años, su tumba y el entorno, aparecen regularmente repletos de flores depositadas por personas que no olvidan que ser agradecidos es de gente noble y de bien; en Ceuta existen por lo menos dos comercios que venden objetos de “culto” relacionados con tal personalidad. En la mercería Casa Luis, de la calle Beatriz de Silva, ahora mismo tienen agotadas las estampas del último alcalde_médico republicano de Ceuta. En el otro comercio sito en la calle Ingenieros, de nombre “Conejo”, se puede comprar todo tipo de objetos de “devoción”, de “culto”, relacionados con su figura. Hasta hace unos días, alguien “molesto” la ha retirado del lugar, figuraba una estampa suya en el Cristo del Puente. Todavía no se había terminado de inaugurar por la noche su reciente escultura de la Gran Vía, cuando ya tenía depositadas flores por parte de particulares. En esa noche especial de primeros del pasado mes de septiembre del 2006, entre el público asistente, yo reconocí cuando menos a una querida y popular vidente de la ciudad, con olor a flores.

Compite en rivalidad con la principal artería de Ceuta. ¿Cuál es más importante ahora la calle Real o la Gran Vía?. Se le da su nombre en el año 1984. Colocado una escultura de cuerpo entero, cuyos autores son Javier y Alejandro Pedrajas del Molino. Nombre y apellidos, también, a unos congresos de periodismo, sin ton ni son. Se han celebrado hasta la fecha tres y están patrocinados por la Asociación Kalipso y la Uned. Alcalde y médico, sin nada que ver, sin relación alguna, con el mundo de Gutenberg.

Paco Sánchez ya está en la ciudad pero yo no quiero ir a verle hasta que me compre en algunos de esos comercios existentes en la calle Marina, un filtro depurador para el agua. Así podré beber en la fuente del investigador con toda tranquilidad, que ya no quiero más sorpresas. Ahora bien, mucho me temo que no puedo desengancharme este viernes tampoco de los capítulos. ¿ Me estaré haciendo yo a estas alturas de mi vida de una educación tan refinada como la del cariñoso perro de la aduana?. La culpa seguro es de mi querido padre Joaquín, permitiéndome desde mi niñez pasar las horas y las horas respirando el aire contaminado de la caldera de fundición del plomo de las máquinas de su “barco de papel”. Me confieso adicto: el plomo marcó de por vida mi afición por esta profesión.

Desapareció mi periodismo “plomizo” de Ceuta porque había que dar paso en la ciudad a uno nuevo basado en el teléfono en el que, normalmente, el informante, el que está al otro lado del hilo, o de la onda del móvil, es la “versión oficiosa y oficial”.

Desapareció de la calle Real aquella bonita tienda de nombre Casa Molina. Y la Gran Vía de Ceuta luce una “ese” de más, y no pasa nada. Mejor que sobre que falte.

El último alcalde_médico republicano de Ceuta se llamaba Antonio López Sánchez. A mediados de los años 20, a su llegada a Ceuta, es cuando se pone el de Prado, tomado de su abuela materna francesa

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