domingo, 26 de febrero de 2012

El invernadero de Ceuta que da calor a los corazones

Por Tato Ferrer

El día anterior, fue primaveral. Con un poco de frío, eso sí. Al mediodía, el calor se dejó notar, y la bufanda estaba de más. Sobraba la ropa de abrigo. Aquella frase pasó a formar, por derecho propio, parte de los anales de la Historia de España. No se trataba de la “armada” española de tenis, agraviada recientemente, sin venir a cuento, por nuestros vecinos franceses quienes, en su mayoría, no nos pueden ver, desde siempre. Es una envidia y odio visceral que nos tienen de toda la vida. Se refirió a otra Armada cuando dijo aquello de: “ no he mandado mis naves a luchar contra los elementos”.

El día señalado para la inauguración del invernadero del parque de San Amaro, amaneció y se presentó gris, y con algo de frío desapacible. Parecía que no quería acompañar con alegría al simpático acto.

Lució , pues, la jornada como queriendo recordar, con sus visibles gestos que estamos en invierno y no en primavera. Y que lo ocurrido antes, era cosa pasada en el tiempo y por el tiempo. Aunque, como veremos al final, el estado de la climatología acabó por arreglarse bastante.

El jefe


Por circunstancias del destino, tengo ocasión de observar a una persona que es apreciada por los trabajadores por el afecto y trato en la relación laboral. Nadie habla mal del patrón. Mejor dicho, del jefe, que es como todo el personal se refiere a él, con el máximo de los respetos. Es estimado por todos. Que ya es decir.

Podría quedarse todas las mañanas en su cómodo despacho, pero no es un profesional-funcionario de la Asamblea que valga para estar sentado todas las jornadas sin salir al exterior, a patearse con pasión los proyectos sociales . Es un trabajador nato, pero de calle. Lo suyo, en mi opinión, es estar a “pie del tajo”. Lo que, además, no hace de manera contemplativa o desde su cargo de jefe. No se limita al hecho de mirar cómo el personal realiza la faena. Es el primero que se pone al frente de los trabajadores, y tanto llega a meterse en la labor que, a veces, ocurre que hay alguno que se queda en un actitud pasiva o relajada. Difícil mantener el ritmo.

La tierra no era muerta. La tierra nunca está muerta. Diré de manera más apropiada, que ese trozo de tierra estaba sin utilizar, sin aprovechar. Como tanta otra que existe en nuestra tierra.

Promocionar Perejil


El lado positivo de esta dura crisis para la gente llana, sencilla y humilde, que es la que la sufre y padece, y no los que han robado o abusado del rico pastel, es que se ha producido una corriente ambiental popular que, o los políticos saben interpretar y corregir cuanto antes el actual estado de cosas, esos pasos a base de parches interesados en la democracia, o la situación terminará por reventar. Reinventar la actual democracia, tejida con retales de chapuza.

La crisis no es, como se nos dice hasta la saciedad, sólo de tipo económico. Su calado es mucho más profundo. Se trata de que o se reinventa la democracia, o la actual dictadura encubierta, acabará cayendo per se. Porque toda dictadura, en sus múltiples versiones carnavalescas termina, más tarde o más temprano, en el abismo de la oscuridad.

En España la democracia se vistió de disfraz desde el punto y hora en el que la clase política hipotecó uno de los pilares básicos de toda verdadera democracia, generando así el caldo de cultivo para la corrupción. Claro, es ahora cuando la crisis hace aflorar, entre otras cosas, tanta obra faraónica que, merced al poder judicial, resquicio o tabla de salvación y esperanza del sistema que queda entre tanto escombro, nos enteramos de que las mismas no es que no sirvieran para nada de utilidad pública contrastada. Se prestaron a los fines de grandes presupuestos con desorbitadas cantidades cuyo recorrido de ejecución e inversión correcta del dinero, controlaban los vigilantes del gasto que tenían, a su vez, que haber sido los más vigilados. Es el enriquecimiento ilegal puro y duro a cota del erario público. Se ha saqueado la rex publica por piratas disfrazados de demócratas de toda la vida. Se han despilfarrados los fondos públicos de la manera más alegre que se pueda uno imaginar.

No hace mucho, se nos vendía que la casi totalidad de la culpa de los males que nos aquejaban a los ciudadanos, eran por causa de un tal y tal Jesús Gil. Un capitán mafioso que sólo estaba metido en el mundo de la política y su entramado, para “liquidar” en su propio beneficio, el buen uso que se pudiera dar a los impuestos de los contribuyentes. A la vista está que al muerto en la causa del aprovechamiento desmedido y sin escrúpulos, le surgieron muchos vivos imitadores, de calado. Al maestro del arte de la “distracción”, le salieron y salen, alumnos aventajados por todas partes, por doquier. Vamos, que das una patada en el suelo, y saltan.

Son un grupo tan numeroso los “ buscadores-explotadores” del “tesoro”, que la isla del Perejil podría llegar a tener dificultades para acoger-alojar a tanto visitante “turista” sinvergüenza como anda suelto. Habría que habilitar, con carácter de extrema urgencia nacional, más islas para tal menester. Como en Dubai donde se construyen maravillosas islas artificiales, en las que se ubican villas a precio de oro negro.

Podríamos los ceutíes pensar en promocionar la existencia de la isla, por si en la Península no tienen donde confinar, por falta de espacio. Existieron tiempos en los que nuestra ciudad era tenida en cuenta, en los planes y folletos de las agencias de viaje de la época, como lugar de presidio fortificado, donde nos mandaban “los grupos” que componían la “crema de la crema” del momento. Que todo sea por promocionar “lo nuestro”, cara al turismo. Es del puerto ceutí desde el cual salen diariamente las patrulleras para controlar el islote. Aprovechemos que la isla del Perejil tiene sabor de piratas, con todos esos contrabandistas que buscaban refugio y protección. Algún uso habría que pensar en dar a esa bonita roca abandonada en el mar, sobre la que mantenemos custodia los españoles, a cambio de nada, y por la que estuvimos a punto de entrar y desatar un conflicto bélico.

La botella de Champan


Pero, en España sólo se controla, y bien que se lleva a cabo la puesta en escena de la lupa para el gasto público, cuando el dinero va destinado a ayudar a la clase más débil, a los más necesitados. A ese segmento de la población sobre la que Cafrune canta: “no es vergüenza ser pobre, más es vergüenza ser ladrón.”

Les contaré, amables lectores, una historia ocurrida en nuestra ciudad. Ejemplo de cómo funcionan los mecanismos de control, sobre aquello que ciertamente interesa. En cierta ocasión, un hombre que se disponía a hacer unas compras en un supermercado indicado para tal fin, del Mercado de Abastos, aportando con él una lista con los productos de alimentación y otra con los de la limpieza del hogar, para aplicar en otro establecimiento de la localidad, ambas facilitadas por los Servicios Sociales, en base a una demostrada situación personal de carencia, tuvo la osadía y el atrevimiento de llevar-depositar en el cesto de la compra una botella de champán, entre los artículos que había cogido, atendiendo al listado suministrado previamente.

Al llegar a la caja se produjo la siguiente conversación:

Cajera.- ! Hombre!, ¿dónde va a usted con una botella de champán?

Desconocido.- Ya sé que la botella de champán no figura entre los artículos que figuran en la lista, pero si se fija he compensado el precio y por el mismo valor, me he permitido cambiar esta cosa y la otra , por la botella de champán.

Cajera.- De eso nada, se tiene usted que limitar a tomar tan sólo y únicamente los artículos reseñado en la lista, sin salirse para nada de la misma. El listado de cosas está perfectamente señalado y no es posible que nadie cambie ningún producto por otro. Mucho menos por una botella de champán.

Aquel hombre volvió a depositar la botella en su lugar correspondiente en la estantería del supermercado, y se marchó sin rechistar. Se fue con resignación y sin levantar la voz. Así pasó en Ceuta. Era Navidad.

El invernadero del sol


Como digo, ese trozo de tierra de San Amaro, estaba desaprovechada. Hasta que acertó a pasar por el lugar alguien que se dijo aquello de que las ideas no son tales hasta que se plasman en hechos.

Con muy poca inversión. Con el contento de unos trabajadores del Plan de Empleo, y de Colaboración Social. Gente útil en una sociedad que les niega la estabilidad laboral, con planes laborales precarios, y con visos de limosnas-propinas. Todo, pese a una manifiesta voluntad de trabajar duro, y deseos honrados de ganar un jornal digno con el que poder sustentar a las familias. Sin más ambages. Agradecidos en sus corazones, no obstante. Dan gracias a Dios por la suerte de tener algo con lo que ir tirando por la vida difícil, para los trabajadores de bien. Son de una pasta especial y, a buen seguro, que si tuvieran acceso a esas cajas que han sido “chupadas”, no se les ocurriría meter la mano. Con materias primas-herramientas sin grandes complicaciones. Con entusiasmo, se fue levantando un pequeño pero coqueto y suficiente, para las necesidades, invernadero.

De unas edificaciones al estilo de esas propias de los faraones que, en estos duros momentos para las economías domésticas, vemos con asombro que se han construido por ahí para nada, se había pasado en Ceuta a una obra de corte sencillo pero eficaz, que nada tenía que ver con las del antiguo Egipto. Un grupo de niños sonreían y festejaban lo beneficioso de contar con un invernadero que calentaba sus corazones pues sus ilusiones se habían hecho realidad.

-Tenemos- decían los niños- un bonito invernadero en el que aprender muchas cosas para poder plantar.

Un invernadero al sol de la semilla. La de la vida futura, con integración, trabajo digno, y paz.

Pero si las desgracias no vienen solas, el sentimiento de júbilo tampoco. Los niños no sólo se vieron felices con su especial “huerto”. Encima, el presidente de la Ciudad en funciones, en el momento de la inauguración del invernadero, el concejero de Economía y Empleo, Premi MIRCHANDANI, y el viceconcejero del área, Rachid AHMED, asisten al pequeño acto ratificando ambos el compromiso de seguir en la línea de los proyectos sociales que reclama y agradece toda esa gente sencilla que compone y da forma a un pueblo. El de Ceuta.

¿Saben ustedes, amables lectores, cómo terminó el acto? Se sirvió un refrigerio de coca cola y fanta de naranja , con unos paquetes de patatas fritas. ¿Cabe algo más sencillo, pero grande? Un grupo de niños de Ceuta disfrutó. A todo ésto, don Invierno que se había presentado en un principio con cara de poco amigo, quiso también sumarse a la entrañable fiesta y permitió gentilmente que unos rayos de sol calentarán aún más el ambiente en torno al invernadero. Tan sólo faltó que se hubieran servido unas perdices para ser perfecto el día, para que se hubiera apuntado un 10.

Y es que ésta oportuna iniciativa social de Ceuta, tuvo cierta semejanza con los cuentos, de lo brillante por emotivo, que resultó.

1 comentario:

  1. El invernadero del que usted habla, si la vista no me falla, está ya más bien hecho una porquería. Es posible, aunque no lo creo, que me esté confundiendo de lugar. En caso de estar confundido, pido disculpas.

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