Por Tato Ferrer
Ocurre que nuestros dirigentes no sabían qué destino de “paso” obligado dar a los diez mil millones de aves que, en su vuelo migratorio, atraviesan Europa y África, cada año.
Este “perro con pulgas” en un alarde de imaginación, me tendría mi familia que dedicar una escultura como la de “El Pensador”, se me ocurrió indicar la compra de unos carteles anunciadores de dirección al objeto de colocarlos flotando en el cielo, como globos en el aire, señalando el rumbo “obligado” a las aves, por si entre ellas pasara alguna despistada, que siempre las hay, y se le ocurriese volar por encima de nuestra calle equivocada, para desgracia de la conservación de las aves de vuelo.