En Ceuta el “turrón” no falta durante todo el año. Los que se comen el “turrón”, afortunadamente para ellos, son más que los que se tragan el “marrón”.
Los que se tragan el “marrón” son reubicados, reinstalados, readaptados, reciclados, por así decirlo, en otros puestos aparentemente alejados del “árbol”, pero no por ello menos próximos a la caja fuerte comunicada por vasos comunicantes.
Es un color “marrón” tirando a estómagos llenos para que el descontento sea cosa de otros. Casi nadie es despedido; será por aquello de que las lágrimas son tristes. Hasta los cocodrilos “lloran” cuando se comen a sus víctimas.
Se trata, pues, de una tristeza alegre de monedero de piel de cocodrilo.