domingo, 17 de junio de 2007

Tres víctimas ceutíes con distinta suerte

Por Tato Ferrer

Vamos por la calle equivocada. En número de 3 pero no somos los “3 corazones partíos”.

Estos 3 tienen los huesos rotos por los porrazos dados con el martillo de la vida, y el alma quebrada por el dolor de la esperanza perdida en el camino de piedras.

Estos 3 perdieron sus corazones hace ya mucho tiempo cuando gente extraña se encargó de destruir los sentimientos a flor de sensibilidad.

Somos 3 los que, en resumidas cuentas, vamos en compañía de vivencias por la calle errada.

Uno de nosotros es una víctima del terrorismo de ETA; el otro, una víctima de la insolidaridad ceutí, y el que así se expresa, un “caído” de la democracia local.

En nuestro deambular, pasamos junto a la escultura de alguien ejemplo de vida y muerte para todos los ceutíes, incluidos nosotros 3.

El último alcalde republicano de Ceuta sabe que no le he olvidado porque es, sencillamente, imposible.


Con la ayuda del investigador Paco Sánchez, voy conociendo la memoria archivada de su tiempo.

Es por lo que no me interesa demasiado que, en esta legislatura que anuncia su comienzo en verano, cuando los cuerpos piden a gritos de calor vacaciones, se diga que se va a gastar igual, menos, o más que en la anterior etapa.

Debe preocupar, desde mi punto de vista, tan sólo que el gasto se corresponda con las necesidades reales del pueblo.

Una de esas primeras necesidades-esenciales, al menos para mi, debería de pasar por la urgente e inmediata corrección de toda una vergüenza local que golpea cada día la puerta de mi conciencia para que la denuncie públicamente tantas veces como haga falta.

Lo que vengo haciendo, ya lo creo que sí, desde que he vuelto a tener oportunidad de expresión.

Hasta que me echen de “El Pueblo”, no sería la primera vez que me sucediera tal exilio obligado de este mi “pueblo”, estaré pues machacando con la exigencia que clama en el desierto.

Ya me conozco dónde está la “salida”, gracias.

Solución sencilla. Dar al César lo suyo, y a Paco Sánchez, un lugar en la historia del capítulo de gastos hechos con justicia, de rigurosa necesidad; porque así lo demanda el recto proceder.

El lujazo-genio del investigador ceutí, Paco Sánchez, no puede ni debe seguir pagando de su propio bolsillo la dotación, la creación, de un patrimonio histórico de Ceuta para nosotros… por el morro, por la cara.

Pero, ¿qué leche fresca de camella es esta falta de sentido común?. ¡No te joroba¡.

No vaya a resultar ahora, a estas alturas de mi penosa existencia, que nuestros políticos se pongan en plan de celosos con el gasto público, y den categoría eterna a tan lamentable situación.

Si es que hubiera motivo de reducir el gasto público que empiecen por mirar en sus propios bolsillos. Se pelean a derecha e izquierda por la falta de competencias autonómicas, pero parece que ello no ha sido óbice, nunca lo fue, para cobrar del pueblo ceutí en proporción completa de ración del menú a la carta. Sueldos alimentados con hormonas de crecimiento.

Estamos en una especie de comunidad de bolsillo en desarrollo de Cola-Cao, de nuestros pobres negros, pero con unos sueldazos más en línea con otras regiones que nada tienen que ver con nuestra pequeña realidad, pese a nuestra africanidad. Este peculiar carácter geográfico es más bien de agradecer, o de reconocimiento público.

Están de moda los parques naturales y el nuestro es uno de los mejores. En “especies” únicas de contrastada peligrosidad, no nos gana ningún documental.

Pese al rosario de capítulos que encabezan cada semana estas páginas que escribo con tanto cariño, no he olvidado que el hilo conductor para terminar es el último alcalde republicano de la ciudad.

Merced al sacrificio personal-profesional, del investigador Paco Sánchez, estoy llegando a conocer la figura de Antonio López Sánchez- Prado, en profundidad.

Y cuanto más leo sobre su vida, más me gusta el ilustre personaje. Es como eso que se suele decir sobre que cuanto más conozco a mi perro, menos necesito estar con el hombre.

Por desgracia, ya casi no se lee. De ahí que yo pondría a Paco Sánchez, junto a la escultura de este alcalde irrepetible, para que explicara al público que pasea en tránsito equivocado, como especie de pregonero de las cosas de bien de esta tierra a quién corresponde y qué representa la escultura y la calle errada de nuestra ciudad.

Poner toda una pléyade de monumentos vacíos es como hablar sin argumentos, o hacerlo con razones baladíes.

El gran público ceutí debería familiarizarse con los buenos ejemplos, para saber diferenciar comportamientos. Es lo que se llama educar. Y es, precisamente, lo que no se hace.

¿Cuántos de nosotros conocemos a Antonio López Sánchez- Prado fuera del contexto de su leyenda urbana- popular de las “apariciones”?.

Más allá de ese “milagroso” número de la Cruz Roja de Ceuta: el 45.

El 45 corresponde al nicho del cementerio de Santa Catalina, siempre lleno de flores, del bueno de Antonio López Sánchez-Prado. Este pasado 13 fue su santo. Felicidades Antonio; felicidades hijo, felicidades Tato.

Recordaré sobre el mágico número 45 de Antonio que hará unos seis o siete años, un 5 de septiembre, salió premiado en la Cruz Roja. Es uno de los primeros números que se agotan en nuestra ciudad, y hay muchos ceutíes que lo llevan como fijo.

En su escultura de su calle equivocada aparece con un fonendoscopio en su condición de médico. En ese aparato figura el número 45 correspondiente a su nicho, como he apuntado antes.

Llegamos al final de la calle equivocada y la víctima de la insolidaridad ceutí, Paco Silva, se marcha con sus penas a llorarlas a otro lugar. Desconozco dónde esconde su tristeza cuando se separa de su inseparable amigo Paco.

Paco López García de Vinuesa lleva entre sus manos unas pegatinas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo-Madrid.

Hasta las víctimas están divididas. Antes el planteamiento era más simple: culpable o inocente. Ahora, las víctimas se dividen y… ni suman, ni restan.

Paco, es una víctima de ETA, pero por encima de su legítimo odio hacia los terroristas, es una persona en extremo legalista que le hace ser exageradamente tímido a la hora de ponerse a pegar las pegatinas por las paredes.

Mira y remira a nuestro alrededor, y tiene verdadero miedo de “empapelar” a Ceuta con su dolor.

Quiere, desde lo más profundo de su corazón, que sus paisanos nos enteremos del pasteleo político para con quienes arruinaron su vida y la de tantos otros que ya no viven para contarlo.

O si viven, es de manera “vegetativa”. Viven expoliados de su trabajo. Expoliados de su estabilidad emocional. Viven, aparentemente.

Sus vidas ya no son la que era, ni la que debió de seguir siendo.

Se convirtieron en personas sin personalidad, sin dignidad. Eran gentes orgullosas de su trabajo profesional. Les convirtieron en útiles para la inutilidad. Ociosos condenados al aburrimiento personal antes de haber podido tener opción de elegir libremente el momento de la “despedida laboral”.

Son víctimas de unos finiquitos firmados por manos manchadas con sangre inocente. Tinta roja de sangre.

Como jugando al escondite, casi de hurtadillo, pega unas cuantas papeletas, y lo hace verdaderamente fatal.

Esta profesión, decididamente, no es la suya. Es un guerrero de la paz, una víctima de una guerra particular de unos “chalaos”.

En la memoria de mis recuerdos conservados por queridos, me viene el extraordinario ceutí Carlos Mayorga Gil.

Era una de las personas más educadas que he conocido. Sin embargo, dentro de sus buenas formas, escondía hábilmente a todo un revolucionario guerrillero.

Por las noches, en plan de “El Zorro”, se iba por las calles de Ceuta provisto de sprays y no dejaba títere con cabeza. La policía le detuvo una noche porque le cogieron “in fraganti” haciendo unas pintadas con la siguiente leyenda: “un civil para la Delegación del Gobierno de Ceuta”.

Vaya cosa tonta, ¿verdad?. En aquellos años de la transición, no lo era tanto. Máxime en Ceuta.

Un abrazo Carlos, tu lucha fue valiente y nunca podré olvidar tu coraje disfrazado a la luz del día por tu exquisita educación e inteligencia brillante de la cual bebí en tantas ocasiones.

Ayúdame con tu energía positiva desde ese sitio privilegiado al que te fuiste, sin preguntarnos, sin decirnos nada. Tan educadamente, con tanto estilo, con tanta clase, tanta categoría acumulada.

Ojalá que tu paz me llegué, Carlos Mayorga.

Durante muchos años, demasiados años, Paco López García de Vinuesa, vivió atemorizado. En especial por un destacado etarra: Ignacio De Juana Chaos.

El mismo ínclito que ahora calza y viste.

Tan aparentemente corpulento en su físico. Tan aparentemente duro en su discurso político. Tan aparentemente látigo en sus actuaciones como portavoz político.

Sin embargo, el propio Emilio Carreira, compañero de prisiones de Paco por aquel entonces en Los Rosales, estaba literalmente “cagado” con el terrorista en cuestión.

Sobre el asesino es de la opinión Carreira que tiene una mirada helada y que cuando ponía sus ojos fijos en su cara, se echaba a temblar de miedo como un niño cuando se le grita y se hace pipi encima.

Ni que decir tiene que el libro que recibió Paco López no era el extraordinario de su tocayo, “Ceuta y el Norte de África”.

Tras las continuas amenazas formuladas por el sanguinario “etarra”, tanto en Ceuta como en Canarias, llegó el día en el que se cumplieron los “mensajes”.

El 6 de abril del 92, Francisco Javier López García de Vinuesa, recibe estando en la macroprisión de Las Palmas, un paquete-bomba a su nombre y a su cargo, en su domicilio dentro del complejo penitenciario.

Se trataba el paquete de un libro vaciado en su interior que contenía, según fuentes policiales, unos 400 gramos de explosivo.

En ocasiones recogían la correspondencia sus hijas de 11 y 12 años de edad en aquel entonces. Ese día, lo recogió Paco para suerte de todos.

El paquete en seguida le levantó sospecha dado que vivía en un permanente estado de amenaza, pero Paco no sabía a quién acudir.

Parece ficción pero es realidad. Se pasó dos horas deambulando con la carga mortal, sin saber qué hacer “muerto” de miedo. Su única obsesión fue la de alejarse de su casa familiar e irse a un lugar retirado que no pudiera perjudicar a terceros, caso de explosionar su contenido.

Tras dos horas de angustias y terror, sin soltar el libro por temor a una vibración excesiva del mecanismo de detonación, logró divisar a lo lejos a un compañero quien dio aviso a los artificieros de la Guardia Civil, los Tedax, que explosionaron en su presencia el artefacto.

La explosión del artefacto alcanzó los 30 metros de altura.

El 6 de abril del 92 era un lunes. Un lunes negro. Paco sigue vivo pero su vida cambió para siempre ese fatídico primer día de la semana. Su única alegría es la de haber sido él y no sus hijas las que ese 6 cogiera la correspondencia.

Una correspondencia con remite de Miranda de Ebro, Burgos, lugar de origen de la familia del sanguinario De Juana Chaos, el ideólogo, el autor intelectual, la mente asesina, del atentado perpetrado contra el ceutí.

A partir de ese día Paco comenzó a tomar tranquilizantes para intentar combatir la ansiedad. Se hace un adicto al Valium pero, eso sí, recibe una serie de felicitaciones por seguir de forma sorprendente en su puesto. Desde el director general de Instituciones Penitenciarias, el director de la Prisión de Las Palmas, así como de distintas autoridades.

Pese a su entereza aparente Paco estaba psicológicamente destrozado por el “impacto” emocional de lo sufrido.

No obstante, sigue trabajando aunque como él mismo dice: “hecho una mierda”.

Es así como 3 años después, en mayo del 95, se encuentra en una situación personal y profesional de hundimiento anímico total.

Para ayudar en la labor de deterioro mental de Paco, el diario Egin publica más amenazas hacía su persona en el sentido de que le tienen que terminar de “rematar”.

Paco se pone, finalmente, en manos de un psiquiatra canario de origen alemán, el cual, le indica que debería seguir un tratamiento de unos dos años y medio de duración. Este profesional remite a Paco a su médico de cabecera.

Se da de baja por depresión a causa de un stress post-traumático.

Así está dos meses. Se encuentra mejor y vuelve al trabajo hasta junio del año 99, donde se pone en manos de un médico psiquiatra de MUFACE, quien coincide con el diagnóstico dado años atrás por su compañero alemán, considerando que Paco padecía una enfermedad crónica, lo que motiva su jubilación.

De nuevo la realidad supera a la ficción.

Lo echan, manda narices, del pabellón que ocupaba dentro del recinto penitenciario de Las Palmas, bajo el increíble pretexto de: “tú te lo has buscado por haber seguido trabajando”.

Desatendiendo unas elementales razones humanitarias, le envían a Paco un escrito en el que se le comunica que tiene de plazo un mes para abandonar la vivienda que venía ocupando. Paco así lo acata porque entiende que le podría beneficiar salir de aquel entorno.

Con todo, en tales circunstancias, no es menos cierto que Paco López García de Vinuesa, se encontró literalmente en la calle.

Todo un ejemplar trato para un héroe español del terrorismo.

Y es que parece que a la buena gente no la valora nadie. Encima, esa buena gente no se queja en exceso.

El investigador histórico, ese genio tocado por la mano del olvido, me decía en su momento que el Ayuntamiento le había concedido una medalla, le había comprado cien libros, y que él era agradecido.

El héroe de la guerra de esos asesinos, me habla también en la misma línea de resignación:

- Mira Tato – me afirma tajante Paco López García- yo amo la Institución Penitenciaría. Mi trabajo era mi vida y yo en mi profesión me considero muy bueno. Son las personas las que fallan en los momentos más inoportunos, en las ocasiones difíciles.

Francisco Javier López García de Vinuesa, de 54 años, ceutí de toda la vida, y “vida muerta”, cual mujer de nuestro paraje africano, se jubila a la edad de 46 años. Comenzó a trabajar ejerciendo su carrera de funcionario de Prisiones, con 23.

Como consecuencia de su jubilación recibe el 100 por 100 al tratarse de una incapacidad absoluta. Inicia un proceso de reclamación que le obliga a iniciar un contencioso en la Audiencia Nacional, la cual le reconoce un 200 por 100 de jubilación extraordinaria y, en distintas sentencias, se le concede una indemnización.

Asimismo, en diferentes resoluciones administrativas del Ministerio del Interior, atendiendo a la Ley de Solidaridad con la Víctimas del Terrorismo, se le concede otra indemnización.

Como víctima del terrorismo, está en posesión de la distinción de la Real Orden del Reconocimiento Civil.

Este domingo los tambores lejanos de mi África natal no tocan como el pasado. Suenan con sonido distinto a la alegría. Regalé a mis hijos un perrito y ha estado fielmente con ellos 14 años. Les ha dejado de ser leal por causa superior. Nerón, ha muerto.

Cuando alguien de ustedes me saque a pasear este domingo en el 600, le pediré con humildad que me lleve al cementerio de perros, junto al “campo santo” de Santa Catalina. Nerón no está enterrado allí pero yo podré “ladrar” en ese lugar “sagrado” para que le llegue de forma nítida mi lamento.

Y ya que estamos en las inmediaciones de Santa Catalina, nos podremos ir andando hasta el cementerio de animales humanos, hasta el nicho 45, depositaremos una flor y robaremos otra.

Con este ritual dicen que la suerte viene a nuestras vidas por mediación de Antonio López Sánchez-Prado, un “santo” de Dios.

Así es reconocido por muchos, muchísimos, ceutíes. Por algo será cuando el pueblo sencillo le bendice.
  

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