viernes, 20 de abril de 2007

El año en el que los negros "salvaron" a Ceuta


Por Tato Ferrer

Aquella mañana Ceuta apareció conquistada por grupos de jóvenes con aires de otras tierras. Chicas y chicos con hambre de comerse el mundo. Tomaron la ciudad por la fuerza de los ideales y ese coraje con el que empuja la juventud.

La invasión juvenil de nuestra tierra estuvo inspirada por IU, según se dijo. El objetivo, manifestar una repulsa por la valla del perímetro fronterizo y sus recientes reformas.

En sus manos algunos portaban litronas de cerveza mientras, en sus cabezas, golpeaban las conciencias de unos estados de cosas que ellos a lo mejor logran cambiar en el futuro. En sus corazones latía la sangre con la que otros jóvenes han ido pintado de rojo esa alambrada maldita, con la que los ceutíes ricos nos protegemos del mundo “plus ultra”.

Vinieron jaleados por IU. Desmérito añadido. De haberse tratado de movilizaciones de las juventudes del PSOE o PP, puede que no se hubiera puesto tanto acento indicando que eran cachorros manipulados. Como si los jóvenes estuvieran libre de influencias, como si los mayores estuvieramos desenvolviéndonos en nuestros actos cotidianos con plena formación e información para adoptar las decisiones de un modo poco contaminado, con lo mucho que se nos intoxica a diario desde los diferentes medios de la izquierda y de la derecha.



Esa protesta en Ceuta se contempló como absurda.

¿ Cómo ibamos a vivir aquí sin esa bendita valla que nos protege de las continuas invasiones de los actuales bárbaros?. ¿ Qué sería de nuestra civilización local, heredada y depositaria del legado portugués?.

Nunca llegué a comprender del todo las verdaderas motivaciones del gobierno marroquí de aquellos años, mediados de los setenta y primeros de los ochenta, que tuvo a bien retirarle a mi querido y difunto padre, Joaquín, su licencia de caza privándole de su mayor debilidad.

En la Aduana de El Tarajal, la policía marroquí expuso mi retrato de forma más destacada que las propias fotos de los delicuentes comunes más perseguidos de la época. Si alguien llevaba en su coche un ejemplar del barco de papel se lo quitaban de inmediato. ¿Se acuerdan?. Pero la pregunta en el aire sigue siendo la misma. ¿Por qué?.

El barco de papel nunca tuvo como propósito entrar en la política interna marroquí, entendiendo que son los propios marroquíes quienes tienen que hacer sus deberes. Ahora bien, cada vez que ocurría algo en nuestra relación de vecindad, se criticaba: patrulleras marroquíes persiguiendo a barcos de pesca hasta la misma playa de la Ribera; detenciones por parte de policías marroquíes en pleno centro de la ciudad… Se trataba de casos puntuales y los denunciamos como entendimos que era nuestra obligación.

Por contra cuando nadie quería saber nada del “morito”, no como ahora que a todo el mundo se le pierde el culo por atenderlos, los votos producen efectos mágicos, logramos que las autoridades del momento recibieran a los miembros de la Asociación Musulmana de Ceuta, a los que se les cerraban puertas y ventanas.

Insistiré en este apunte porque me parece esencial.

A los musulmanes nadie los quería escuchar de forma personal. Si tal ocurrió fue debido, en gran parte, a una política informativa del barco de papel , tendente a que se reconocieran los derechos y obligaciones de ese colectivo. Me permito poner por testigos de mis afirmaciones al secretario general de la Asociación Musulmana local de aquel entonces, Subaire y al secretario general nacional de los musulmanes españoles, desplazado expresamente desde Madrid, para felicitar la labor informativa desarrollada en pro de los musulmanes ceutíes.

Desde el barco de papel abogamos por el control una y otra vez: que quienes tuvieran que estar en Ceuta lo hicieran de forma legal. Las familias nacidas aquí de toda la vida eran españoles musulmanes y los portadores de aquel documento expedido a los sólos efectos censales, la famosa tarjeta de estadística, tendría que sufrir una revisión puesto que el Código Civil no daba a sus poseedores acceso a procesos de nacionalidad.

Nuetra máxima era la de exigir que el asentamiento de marroquíes en nuestra tierra se produjera bajo los mecanismos de la oportuna fiscalización. Es decir, que los masivos asentamientos ilegales de marroquíes se convirtiera en materia de preocupación para nuestros gobernantes.

De ahí que preguntamos, por activa y por pasiva, cómo era posible producir ningún tipo de control sobre lo no sujeto a control. Se estaba desarrollando una invasión pacífica y consentida, que lo único que no tenía era ese nombre inapropiado de “tortuga”, a no ser que se trataran de tortugas gigantes que hubieran llegado a nuestras playas procedentes de las islas Galápagos, con Darwin entre ellas. Se estaba creando para estas olas gigantescas de nuevos pobladores una barriada próxima al país vecino, por si había que salir corriendo y de fácil acceso desde el lugar de origen. Se estaba desarrollando el asentamiento del gueto del Principe Alfonso.

Faltó escribirlo en arameo.

Desde el barco de papel pedimos, una y otra vez, erradicar, desmantelar por completo ese gueto, derribar todas esas barracas de construcción ilegal que proliferaron a un ritmo alarmante y vertiginoso: hoy, había una chapa; mañana, una barraca; pasado, una casa. Luego… ¡vaya usted a saber!.

En la actualidad, qué quieren ustedes que les diga. ¿Quieren conocer mi opinión?.

El Principe Alfonso es todo un ejemplo de caos urbanistico. No hay por donde coger a esa barriada, construida al amparo de las noches y las prisas que dan las situaciones de ilegalidad. La política de los hechos consumados.

Pienso como pensaba. La echaria abajo y construiría una barriada nueva diseñada como mandan los cánones arquitectónicos-urbanistísticos de nuestro país, de España. El Principe Alfonso empezó siendo un cáncer social y sigue siendo el escondite preferido y perfecto para todo. Sin exageraciones. Les cuento.

Un día estando yo ocioso, como de costumbre, alguien me recomendó que me fuese en busca de trabajo al Principe. Dicho y hecho.

Me encaminé hacía tal paraje y, estando ya en las proximidades del barrio, observé a un grupo de personas que, cuesta abajo, venian corriendo en la dirección donde me encontraba. Enseguida salió mi vena de periodista en paro, poniéndome a preguntar por la razón de tan precipitada huida. Los improvisados corredores siguieron con su carrera sin que ninguno se detuviera para darme una respuesta, sin detenerse, sin mediar palabra, pasando por mi lado a toda velocidad. Tan sólo uno de los espantados, tirándome del brazo, me hizo ademán de que me uniera al grupo de asustados corredores, sin más explicaciones. Sin saber de qué iba todo aquello me encontré corriendo a toda prisa, a toda velocidad, esperando con ansiedad, por mi deformación profesional de periodista en paro, tener noticias sobre lo que estaba pasando. Al cabo de correr y correr un buen rato y ya a salvo de amenazas desconocidas, me contaron lo ocurrido: se había escapado un tigre de la casa de un vecino del Principe atacando, al parecer, a varias personas.

Mientras tomé aliento no pude por menos que acordarme de la familia del que hasta allí me había enviado para buscar trabajo. ¡Qué mala leche¡.

Uno ya estaba al tanto de la relación de trato con determinados “leones”, pero no tenía en absoluto experiencia alguna con los tigres. Era una cosa nueva.

Y es que el Principe es como es. El Principe no es un barrio al uso. El Principe es mucho Principe. Lo que no encuentres en el Principe, ¿dónde lo vas a encontrar?: desde una muñeca de la “señorita Pepis” hasta un manual para tener, en tu propia casa, un doméstico tigre de compañía.

Pero, vuelvo a preguntar: ¿cómo se puede controlar lo incontrolable?. La realidad me despertó de mis sueños de jóven capitán del barco de papel .

Si no es posible guardar las casas de dos puertas, porque son malas de guardar; si no se puede evitar la invasión ante la carencia total de un minimo freno, de control, de vallas, o alambradas protectoras y limitadoras, entonces, ¿de qué hablamos?.

Desperté de mis fantasias de jóven y la realidad me obligó a renunciar a ese bonito sueño de un mundo sin fronteras. Abrí los ojos y contemplé, con asombro, que nuestra tierra ceutí estaba en su perímetro fronterizo de ocho kilómetros cuadrados , vigilada, protegida, por unos pocos guardias civiles del puesto fronterizo de El Tarajal y una pareja, pareja más pareja menos, de la Benemérita recorriendo los montes de García Aldave e Isabel II hasta Benzú Smir.

Y poco más.

Fue entonces cuando la primera exigencia pública del barco de papel tomó cuerpo en el orden de prioridades. Se estaba, estábamos vendiendo, mejor dicho, regalando Ceuta y nadie parecía querer verlo. Tan generosos eramos los ceutíes que no nos importaba lo que estaba sucediendo.

De ahí que esa mañana, cuando contemplé a los jóvenes pidiendo a gritos el desmantelamiento de nuestra muralla de alambres, no alcanzaba a comprender la incomprensión, el desprecio, con el que los ceutíes recibimos a los jóvenes manifestantes. Estaba claro que esos jóvenes, manipulados o no, pedían un sueño, pero acaso ¿no hemos estado “durmiendo” los ceutíes hasta fechas recientes?. ¿En nuestro caso se trató también de un sueño, de un ideal?. ¿Por qué se había vendido Ceuta?. Digo más: ¿vendido o regalado?. Aunque algunos intentamos hacer de “despertadores”, un despertador que terminó estrellado contra la pared para que no siguiese dando la alarma. Era más rentable seguir “durmiendo” el silencio conveniente sin molestas sirenas que alertaran a la población.

Agrupados fenicios cerraban sus tácticas, sus planes, sus estrategias….

Copiaron, ni para eso fueron originales, de las batallas griegas utilizando dos caballos de Troya: uno, situado en la política; otro, ocupando la plaza vacante de “Il barbieri” de la ópera, poniendo especial atención en el champú anticaspa. Lavó, gentilmente y todos los días, durante varios meses, la cabeza de mi querido y difunto padre, Joaquín, al que confundia con el cuento de que tales aplicaciones eran necesarias, más que por la caspa, para reponer y evitar la caida del pelo…..

Desde el hundimiento del barco de papel, por el año 83, la relajación , la tolerancia, sobre mi tema preferente la valla -ahí está la hemeroteca- fue de una manifiesta cándidez digna de esos jóvenes rebeldes de Jeanette.

Quitaron mi foto de la Aduana marroquí. El “boletín oficial” ya pudo pasar hacia el país alauita sin problemas… Algunos hasta compraron propiedades en Marruecos. Eso sí: mi padre nunca más pudo ir de caza al vecino país. ¡Cómo arruiné su vida y la de mi familia!. De no haber jugado la partida de forma romántica, es seguro que nadie me habría ganado a hacer caja en lugar de contribuir, humildemente, en el desarrollo de la democracia local. A buen seguro que mi familia, hoy en día, seguiría teniendo la propiedad del barco de papel y mi sobrino Kinito sería el hijo de uno de los dueños.

A mi destino sólo le pido una cosa: que tenga a bien librarme cuanto antes de mis ataduras con este pueblo, para poder así marchar en la tranquilidad de no volver la vista atrás.

Me voy al Ayuntamiento, en vías de Asamblea y me entrevisto con el cronista oficial de la Ciudad, José Luis Gómez Barceló. De él necesito información sobre el padre de uno de los dos reclamos del “socialisto”. Amablemente me la facilita. La calle de la Gran Vía y la escultura de cuerpo entero del último alcalde-médico, de la República en Ceuta, son perlas merecidas y acertadamente dadas. El nombre a los congresos de periodismo, una solemne tonteria.

La verdad es que desconozco si la llamada se produjo a cobro revertido. Desde Bruselas dan un golpe de teléfono. Están preocupados, pues vienen observando que la población europea está cambiando de color sin que para ello exista una razón de mestizaje, de carnaval, de locura masiva a la moda Mikel Jackson, pero en proceso químico contrario.

Corre el año 95 y la Uniòn Europea pregunta por la causa del coladero de tanto negrito. Fondos FEDER, cinco mil millones de pesetas y vallazo que te crio al negro. Se le acabó el rico Cola Cao a más de uno.

Pero los negritos, por cierto, en ningún momento llegaron a nuestra tierra para quedarse en ella más que el tiempo necesario para saltar a otros paraísos de acogida.

No obstante, de no haber sido por ellos, por esos negros, no sé a cuento de qué estaríamos hablando ahora de mirar hasta debajo de las piedras. ¡Cuánto amor por Ceuta!, ¡cuánto celo!.

Dícen que hay amores que matan y no estaría de más a estas alturas no levantar de nuevo las vedas. En su momento fue la del “pato”; en el Medievo la caza de brujas. En abril del 2007 todavía nos permitimos sembrar alegremente semillas de odio, de racismo, hacia el marroquí. Proclamar como una especie de persecución cazafantasmas. Sin reparar que ni todos los españoles somos terroristas etarras, ni todos los marroquíes son terroristas, mujeres-hombres bombas. ¡Qué falta de talante!.

Habrá que arreciar, por tanto, con mensajes claros exentos de toda carga de contenido xenófobo: será expulsado de la ciudad cualquier individuo extranjero , marroquí o no, que no esté en posesión del obligatorio pasaporte.

El mundo está loco. Son tiempos difíciles. Cualquier chalao es combatiente vasco o mártir terrorista. Es una lacra con la que tenemos que convivir.

Tal vez unos jóvenes como los que vinieron o nuestros límpios jóvenes ceutíes, logren que vivamos a la sombra de árboles que nos den paz y tranquilidad de convivencia. Ojalá.

La “aparente” persecución de hasta los marroquíes en posesión del legal pasaporte, no favorece en nada una política de verdadero entendimiento con aquellos con los que estamos “condenados a entendernos”. Son nuestra única fuente de ingresos que, además ahora, entran en su mayoría de forma regulada y legal.

Que la cacería, que la persecución, que la busca y captura, sea para los que pernoctan porque, pese a estar en posesión del pasaporte, el Convenio-Tratado no les permite pasar la noche , será un tema sobre el que deseo escribir en otra ocasión.

Será por la maldita carrera del Principe. Será porque por este viernes ya les he cansado bastante con mis inquietudes. Será porque sin un hermoso monumentazo al negro, Ceuta no tendría a fecha de hoy razones para poder seguir hablando ante ningún foro internacional. Será por lo que será. No lo sé.

Olvido, para concluir, la reflexión más importante, más esencial.

De otro lado, los negritos son los auténticos, verdaderos culpables, responsables, de que los mismos de siempre perdieran los pingües beneficios, del chollazo del contrabando a “puertas abiertas”. Nunca mejor dicho. Entonces, va a ser que se quedan sin monumento. Total, para uno verdaderamente merecido….

Así pues, los ceutíes debemos recordar el año 1995 como la fecha en la que los negros lograron materializar el reto, la máxima aspiración de mi barco de papel . Lo mandaron al fondo del mar ceutí por decir lo mismo que, años más tarde, muchos años después, vino a proclamar la Unión Europea: que estábamos vendidos. Pero no precisamente a los negros. Ni por los negros. Más bien por unos ceutíes de pro que, en su amor a esta tierra, la hipotecaron en su devenir.

Nos regalaron, pero no por altruismo; no por ser idealistas, como esos jóvenes. Fue por ese contrabando salvaje.

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