Por Tato Ferrer
De ahí que mis nervios asomados a flor de piel, por encima, de mi sensibilidad atrofiada a golpes de “nuevos” demócratas, se resientan con extrema facilidad.
Ahora, por la cosa más tonta, me crispo como diría un socialisto reconvertido para su mejor fortuna y desgracia de Pablo Iglesias que nunca llegó a imaginar que su idea del socialismo fuera interpretada por tantos filósofos baratos y rastreros.
Por tantos y tantos indecentes que han encontrado y encuentran en esta democracia local el lugar idóneo para medrar sin escrúpulo.
Los principios para los comienzos y finales de los tontos del pueblo.
Las ideas se han perdido. Lo que no se extravía es la brújula indicadora del rumbo fijo del sabiondo arte de vivir del cuento a costa de la política necesitada de una urgente revisión del ganado que se ha metido y se está incorporando en la manoseada profesión de la “cosa pública”.