Por Tato Ferrer
Unos dos kilómetros antes de llegar a Rincón, en el llamado con el
bonito nombre de “Pueblo de pescadores”, en la parte de Holiday, se encuentra
situada la casa veraniega del rey de Marruecos, a pie de carretera y de la
hermosa playa de arena rubia-fina dorada al sol.
Mohamed VI pasa sus últimos días de descanso del verano 2007. A finales de este mes
que se agota en sus días y en sus calores, regresará a Rabat capital del reino.
Rabat es a Marruecos lo que Madrid a España: los centros, los ejes, de las
decisiones políticas.
Precisamente el pasado martes celebró su fiesta de aniversario. Junto a la
puerta principal de su chalet, no demasiado ostensible, sin excesiva pompa,
vivienda de recreo familiar que recuerdo desde hace muchos años, se situaban
varios autocares repletos con los integrantes de grupos de folclore con los que
animó la “fiesta”, junto a los ciudadanos de las poblaciones colindantes de
Rincón y Tetuán. Asimismo, el espectacular grupo de motos blancas y sus
motoristas, esperaban el momento de la salida del monarca. El variopinto color
pone nota de tradición y alegría en el paisaje.
Por Tato Ferrer
Desde el inicio de estos artículos, o lo que sean, que desde hace varias
semanas dibujo con cierta dificultad dado que la medicación, el calor, y mi
interior sentimiento de vacío de contenido democrático en este pueblo de
demócratas de pura cepa, son una mala combinación que dificultan mi coctelera
mental llena ya de bastantes pajaritos que “colocaron” en Calamocarro .
Ocurre que nuestros dirigentes no sabían qué destino de “paso” obligado dar a
los diez mil millones de aves que, en su vuelo migratorio, atraviesan Europa y
África, cada año.
Este “perro con pulgas” en un alarde de imaginación, me tendría mi familia que
dedicar una escultura como la de “El Pensador”, se me ocurrió indicar la compra
de unos carteles anunciadores de dirección al objeto de colocarlos flotando en
el cielo, como globos en el aire, señalando el rumbo “obligado” a las aves, por
si entre ellas pasara alguna despistada, que siempre las hay, y se le ocurriese
volar por encima de nuestra calle equivocada, para desgracia de la conservación
de las aves de vuelo.
Por Tato Ferrer
Lo más parecido a no ir a una feria es ir sin poder tomar ninguna copa.
Tal vez sea peor. Si uno se queda en casa, mejor. Pero tengo la suerte de tener
a mi compañera inseparable, aparte de mis “pulgas” que, como ocurre con mis
enemigos, tampoco me abandonan ni olvidan.
De ahí y de aquí que haya pasado en la feria unos ratos. Ni mi compañera
inseparable ni mis “pulgas”, pues, se merecen ser esclavos, vivir mis
servidumbres, bajo ningún concepto, más de lo estrictamente razonable.
La actual feria dista distancia de aquella espléndida que teníamos los ceutíes
en los terrenos ganados al mar en la zona del puerto donde está la Estación Marítima.
Aquella en la que se terminaba tomando los churros en el entrañable y querido
Delfín Verde.
Las casetas se situaban en la zona donde ahora se ubican supermercados y
concesionarios de vehículos. Las atracciones, en frente, a la otra parte, en la
enorme explanada ganada al mar.
Aquella era una feria y no la que tenemos ahora “presionada” y dispuesta con un
calzador. Es una feria a escala reducida en proporción a nuestro pequeño mar.
Todo pequeño en esta comunidad de bolsillo descosido.
Por Tato Ferrer
Quim Sarria ya tiene premio. O, al menos, debería tenerlo. Sin referirme
a los de las tómbolas de este agosto 2007. Año en el que muchas de las
atracciones han optado por acudir a la feria de Ibiza en lugar de venir a la de
Ceuta, con el consiguiente deslucimiento.
Y es que, ¿cuántos ceutíes conocemos que nada más prejubilarse o jubilarse,
retirarse de la vida laboral en definitiva, se vienen a Ceuta a vivir?
En uno de los artículos pasados me referí al propietario de los almacenes San
Pablo, como uno de los pocos ceutíes que exhibía en sus tiendas inmensos
letreros con leyendas referidas a su deseo de que siendo de Ceuta, quería ser
enterrado en ella. Su nuevo comercio estará también acompañado de su buena
suerte ganada a pulso de trabajar duro desde toda su vida dedicada al comercio
ceutí. Lo mejor, Pablo, como siempre.
Pero, Pablo, siempre ha estado aquí. Con todo, le cité como un verdadero
ejemplo de hacer patria chica, y merecedor de homenajes. Desconozco si ha
tenido ya alguno en su dilatada trayectoria. Se lo preguntaré porque es de
recibo.